Jesús habita en el interior
Cuando una tormenta de nieve azotó la región donde vivíamos, mi madre, viuda, aceptó quedarse con mi familia hasta que pasara. Pero nunca volvió a su casa y vivió con nosotros el resto de su vida. Su presencia nos cambió de muchas maneras positivas. Todos los días, transmitía consejos y sabiduría a la familia, y compartía historias ancestrales. Ella y mi esposo se hicieron muy amigos, compartiendo un similar sentido del humor y amor por los deportes. Dejó de ser una visita y se volvió una residente vital y permanente que transformó nuestros corazones aun después de que Dios la llamó al hogar celestial.
Las puertas abiertas de Dios
En mi nueva escuela, cerca de una ciudad grande, la consejera me miró y me ubicó en la clase de composición de menor nivel. Yo venía de una escuela de un barrio pobre, pero con calificaciones excelentes e incluso un premio del director por mis escritos. Sin embargo, la puerta a la «mejor» clase de redacción se me cerró cuando la consejera decidió que yo no era apta.
Dotado de amor
Cuando se casó, Gwndolyn Stulgis llevó el vestido de bodas de sus sueños. Y luego lo regaló… a una desconocida. Creía que un vestido merecía más que estar guardado en un armario, acumulando polvo. Otras novias coincidieron. Ahora, muchísimas mujeres se han unido a su red social para donar y recibir vestidos de boda. Como dijo una donante: «Espero que este vestido pase de novia en novia y que, al final de su vida, quede hecho girones por todas las bodas realizadas con él».
Compartir mediante el cuidado
El joven pastor oraba todas las mañanas, pidiéndole a Dios que ese día lo utilizara para bendecir a alguien. A menudo, para deleite suyo, surgía una situación así. Un día, durante un receso en su segundo trabajo, se sentó al sol con un compañero que le preguntó sobre Jesús. El pastor simplemente respondió sus preguntas. Sin sermonear. Sin discutir. Luego comentó que ser guiado por el Espíritu Santo lo llevó a tener una charla informal, eficaz y afectuosa. También se hizo de un amigo nuevo; alguien hambriento de saber más de Dios.
El amor protector de Dios
Una noche de verano, las aves cerca de casa prorrumpieron en un chirrido caótico, que se agudizó mientras lanzaban llamados penetrantes desde los árboles. Por fin nos dimos cuenta del motivo: al caer el sol, un halcón grande voló desde la copa de un árbol, haciendo que las aves se dispersaran frenéticas y dando la alarma mientras huían del peligro.
Dar como Cristo
Cuando el escritor O. Henry escribió su amada historia navideña «El regalo de los reyes magos», estaba luchando por recuperarse de ciertos problemas personales. Aun así, escribió una historia inspiradora que destaca un rasgo hermoso: el sacrificio. En ella, una esposa pobre vende en Nochebuena su larga cabellera para regalarle a su esposo una cadena de oro para su reloj de bolsillo. Sin embargo, después descubre que su esposo vendió su reloj para comprarle un juego de cepillos para el cabello.
El corazón de Dios para todos
Dan Gill, de nueve años, llegó con su amigo Archie a la fiesta de cumpleaños de un compañero de escuela. Sin embargo, cuando la madre del cumpleañero vio a Archie, que era negro, le negó la entrada. Abatido, Dan le dio los regalos a la mujer y volvió a casa con Archie, mientras el dolor del rechazo a su amigo le ardía en el corazón.
Pizza persistente
A los doce años de edad, Ibrahim llegó a Italia desde África Occidental, sin saber ni una palabra de italiano, tartamudo e insultado por ser inmigrante. Nada de esto detuvo al esforzado y joven trabajador, quien años después, abrió una pizzería en Trento. Su pequeño negocio llegó a estar entre las mejores 50 pizzerías del mundo.
Cristo, nuestra luz verdadera
«¡Vamos hacia la luz». Esto aconsejó mi esposo cuando luchábamos por encontrar la salida de un hospital un domingo por la tarde. Habíamos visitado a un amigo, y cuando salimos del ascensor, no encontrábamos a nadie que nos indicara dónde estaba la puerta del frente… y la brillante luz del sol de Colorado. Por fin, nos encontramos con un hombre que vio nuestra confusión. «Estos pasillos parecen todos iguales —dijo—. Pero la salida está por allí». Con sus indicaciones, encontramos la puerta, que, de verdad, llevaba hacia la luz brillante del sol.
Abriendo paso a la confianza
Una mañana, al abrir las persianas, me encontré con una vista sorprendente: una pared de niebla. El pronóstico decía: «niebla congelada». Raro para nuestra región, venía con una sorpresa aún mayor: habría cielo despejado y sol… una hora después. «Imposible —le dije a mi esposo—. Apenas vemos a 30 centímetros». Pero, tal cual, poco después la niebla se había disipado y el cielo despejado daba paso a un sol radiante. Parada frente a la ventana, reflexioné sobre mi nivel de confianza cuando solo puedo ver niebla en la vida.